miércoles, 17 de mayo de 2017

Cuando una se convierte en madre

Cuando una se convierte en madre, no se imagina el universo de productos que existe para los bebés. Que si mini cuna, que si cuna, que si maxi cuna, que si cuna de viaje, que si hamaca, que si trona portátil, que si trona para casa, que si bañera plegable, que si bañera cambiador, que si reductor de bañera, que si asiento para la bañera, que si calienta biberones para casa, que si calienta biberones para el coche, que si escurre biberones, que si millones de cosas más que se supone que necesitan los bebés y tú desconoces. Y cuando digo millones, no exagero.
Y claro, una que es primeriza y quiere que a su retoño no le falte de nada se vuelve tarumba y quiere tenerlo todo, todo y todo. Y nada más lejos de la realidad. Cuando una se convierte en madre se da cuenta de que no se necesitan ni la mitad de las cosas por mucho que la sociedad actual nos cree esas necesidades. ¿Cuántas veces, por ejemplo, habéis utilizado el esterilizador? Al principio, existe esa fiebre por esterilizarlo todo y varias veces al día pero, afortunadamente, se pasa rápido. Lo que no haga la experiencia...

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